Señor bueno, ya me voy a dormir y quiero descansar. Coloco en tus manos todas mis tristezas, mis necesidades.

Ya estoy aquí con mi familia, en Tu compañía, para decirte que soy tu hijo necesitado de Tu gracia y que he sentido Tu amor a mi lado todo este día.

Te alabo y te bendigo y quiero ofrecerte mi corazón, mi inteligencia, mi voluntad y todo mi ser.

En este rato quiero rezar junto a Ti y voy a esperar con confianza absoluta que todo lo que te pido en oración vendrá a mi vida en Tu tiempo y en Tu manera que son perfectos siempre.

Regálame esa fe ciega de saber que estarás conmigo, que nunca me abandonarás y que me darás la victoria. Porque eres el Señor de la vida, sana mi cuerpo y mi alma.

Repito este himno: «Mi Jesús, Tú que trajiste fuego a la entraña de la tierra, guarda encendida nuestra lámpara hasta la aurora de tu vuelta».

Estoy aquí de rodillas, como la mujer que quería sólo tocar Tu manto para quedar sana, esperando un toque de tu gracia.

Permíteme que pueda ser para Ti ese hijo dedicado, que está pendiente siempre de Tu palabra.

Hoy mi petición especial es por todos los padres del mundo para que realicen con amor y devoción la misión de ser ejemplo para sus hijos y si ya llegaron a la tercera edad, que siempre estén atendidos y visitados por sus familiares.

¡Qué bendición que te tengo en mi vida y que puedo contar contigo siempre!

Abrázame y toma mi mano, no la sueltes. Que María Milagrosa esté en mi casa acompañándome y bendiciendo mi familia.