“¡Qué sábanas tan sucias cuelga la vecina en el tendedero!”, le comentó una mujer a su marido. “Quizás necesita un jabón nuevo, ojala pudiera ayudarla a lavarlas”, decía mientras el marido la miraba sin decir palabra alguna. Cada dos o tres días, la mujer repetía el mismo discurso parada frente a la ventana, viendo cómo tendía la ropa su vecina. Un mes después la mujer se sorprendió al ver a su vecina tendiendo sábanas blancas, como nuevas, ¡inmaculadas! De inmediato, le comentó a su esposo: “¡Mira, al fin aprendió a lavar su ropa!”, ¿quién le enseñaría?” A lo que él respondió: “Nada de eso; lo que pasó fue que hoy me he levantado muy temprano y limpié los vidrios de nuestra ventana” En ocasiones criticamos algo que desconocemos, sin pensar en que quizá los que estamos mal somos nosotros mismos; recuerda que: ¡Todo depende del color del cristal con que se mire! |