Esta carta es estremecedora. Si la mayoría de los jóvenes tuvieran la conciencia de disculparse y valorar a sus madres, otro mundo sería. Muchos no valoran a sus progenitoras.
HIJO MÍO:
Disculpa si te avergoncé hoy a salir de clase, no era mi intención, yo sólo quería darte una sorpresa, pensé que te alegraría verme y como terminé con unos trabajos de costura quería tomarme la tarde libre y proponerte que conviviéramos aunque fuera por unos momentos ya que tanto tú como yo estamos bastante ocupados.
Tú con tus estudios, tus tareas, tus amigos, tus pasatiempos y yo con las labores de la casa y con los trabajos de costura a veces no me queda tiempo para convivir contigo.
Nuevamente te pido una disculpa.
Te amo.
QUERIDA MADRE MÍA:
Disculpa que me haya ido a la escuela sin haberme despedido de ti, pero te vi tan cansada y dormías plácidamente que decidí no despertarte.
Perdóname, estoy bastante arrepentido por mi comportamiento de ayer contigo, es verdad que me sentí avergonzado al ver como te veían mis compañeros ya que sus madres visten elegantemente y al verte a ti, te veían como «bicho raro» yo fingí no verte y me seguí de frente como si no te conociera… ¡Me imagino el dolor tan grande que te causé con mi acción tan baja !
Pero quiero decirte que si a ti te dolió, a mi me dolió aún más por ser tan cobarde y no decirles con orgullo que eras mi madre ( porque quiero que sepas que estoy orgulloso de que seas mi madre aunque nunca te lo haya dicho).
Siempre te he admirado por tu fortaleza y tu gran valor para salir avante ante las adversidades, desde que decidiste salir adelante a pesar de que mi padre te abandono en cuanto le dijiste que estabas esperando un hijo suyo, aún en contra de tu familia que igualmente te dio la espalda y querían que me abortaras, de ser repudiada por tus amistades, de ser una joven con tan sólo 17 años sin trabajo ni contar con nadie que te apoyara en esas circunstancias, con tan sólo sentirme en tu vientre ya me amabas y por mí es que decidiste afrontar valientemente la situación y salir adelante.
Sólo que fallaste en algo madre: Me ofreciste más de lo que merecía desde niño, me acostumbraste a recibir todo lo mejor de tu parte, hiciste todo por agradarme y crecí creyendo que todo me lo merecía incluso el estar en ese colegio particular el cual gracias a tus desvelos cosiendo ropa ajena, se pagan las colegiaturas.
Es verdad que no tenía tiempo de convivir contigo ya que después de clases me iba con mis amigos a divertir y con los cuales compartía más que contigo, tuve la oportunidad de visitar sus casas y me daba cuenta de la diferencia entre ellas y la mía: Eran muy elegantes, muebles finos, tenían pantallas de tv enormes, juegos donde nos pasábamos horas jugando, tenían hasta una señora que nos atendía llevándonos sabrosas botanas, refrescos, pastelitos y todo lo que se nos antojaba, casi nunca vi a los padres de mis amigos ya que según ellos decían, sus mamás estaban en el club o jugando cartas en casas de sus amigas y sus papás en su oficina o en viajes de negocios y muchas veces en viajes de placer a los cuales iban solos y a ellos no los llevaban y eso para ellos estaba bien ya que los dejaban en libertad de hacer lo que querían mientras ellos estaban de viaje, si te soy sincero llegué a envidiar la vida de placer y las comodidades de las cuales disfrutaban.
Ayer por la tarde cuando llegué y vi tu nota me encerré en mi cuarto antes de que llegaras, me imaginé que andarías entregando algunas prendas de vestir de alguna clienta y era mejor que no estuvieras presente ya que no sabía como verte a la cara sin sentirme mal por mi mal proceder, por lo mismo cuando llegaste y fuiste a mi cuarto a darme el beso de las buenas noches fingí que dormía.
Anoche casi no pude dormir y mientras escuchaba el traquetear de la maquina, me puse a pensar que mientras yo dormía plácidamente, tú trabajabas y nunca me di cuenta de la hora en que te dormías, solo sabía que al despertarme ya estabas despierta y siempre con una cara sonriente y me saludabas dándome un beso en la frente, en la mesa me esperaba un suculento desayuno que me sabía a gloria preparado con tus agrietadas manos, casi no convivíamos pero cuando lo hacíamos tú me brindabas calidad de tiempo, nunca faltó el día que desde pequeño me ayudaras en mis tareas, al terminar platicábamos un rato de nuestras actividades de ese día: de cómo me había ido en la escuela, con mis amigos, de lo que me gustaría ser de grande, etc. Siempre mostraste un gran interés en mí y en mi futuro, me leías cuentos antes de dormir y dándome un beso en la frente me deseabas dulces sueños y me quedaba dormido.
Te propusiste un día a la semana de descanso: los domingos, decías que ese día era mío y tuyo para convivir y disfrutarlo…¡Bien que los disfruté! recuerdo que íbamos al parque comíamos lonches que preparabas, comprabas helados, golosinas, globos, jugábamos, cuando hacía calor me bañaba en el chapoteadero…¡Cómo me divertía!
Más conforme pasaron los años me envolví en otro ambiente y fueron otros mis intereses y si ya no convivíamos no era culpa tuya sino mía ya que yo prefería convivir con mis amigos y entre menos estuviera en la casa, mejor.
Anoche comprendí al hacer comparaciones que aunque mi casa sea humilde soy muy feliz, ya que las casas de mis amigos a pesar de ser fastuosas no son hogares ya que las personas que ahí viven casi no las habitan y mucho menos conviven entre si, mis amigos tratan más con las personas que ayudan en la limpieza que con sus padres, tal vez sea por eso que se refugian en los amigos y en las diversiones tratando de buscar un escape a su soledad. Yo en cambio te tengo a ti, nunca me siento solo, mientras estoy estudiando escucho que mientras coses estás tarareando alguna melodía, haciendo comentarios, haciendo remembranzas de cuando eras niña y joven como yo y nos reímos de tus anécdotas ( que por cierto son bastantes).
Hacía ya mucho tiempo que no lo hacíamos por estar yo «ocupado» en mis intereses, me dolió imaginarme como te sentías tú aquí sola añorando esos momentos, tan solo acompañada de tu inseparable amiga la máquina de coser, me pregunto: ¿tarareabas alguna melodía o no lo hacías porqué no había quien te escuchara? pienso que cuando yo me encontraba lo hacías para alegrarme el momento o porque estabas feliz de tenerme a tu lado.¡Ni eso aprecié en su momento!
Hoy me he levantado más temprano ( de aquí en adelante lo seguiré haciendo) sin hacer ruido para no despertarte hice la limpieza, te preparé el desayuno el cual te dejé en la mesa ( espero te guste, no soy tan buen cocinero como tú pero me esmeré porqué tú te lo mereces) corté una flores las cuales coloqué en un jarrón sobre la mesita de noche, ellas te alegrarán en mi corta ausencia para que no te sientas sola, si «tarareas» una melodía yo la estaré escuchando donde quiera que me encuentre y estaré pensando mucho en ti. Me voy a la escuela no quiero llegar tarde, hoy más que nunca quiero poner mi mayor esfuerzo para pronto recibirme y trabajar y quitarte de esa máquina de coser y no tengas que hacer prendas de vestir para otras personas que yo te prometo que muy pronto tendrás vestidos que otras personas elaborarán para que tú las luzcas.
¡ Tu hijo que te ama y te estará eternamente agradecido y se siente orgulloso de la madre más maravillosa del mundo !
P.D. Hoy invitaré a mis amigos a mi casa para que te conozcan y vean las cosas tan lindas que haces, ellos quieren conocerte después de que me pase horas platicándoles de ti, arrepentido de mi mal proceder.
Autor : Gloria de la Cruz