Señor bueno. Ya es de noche y vienes a mi encuentro.
El ser tu hijo llena de gozo nuestro corazón y tú pones tu gran amor para que nos sintamos realizados sabiendo que nuestra vida tiene un propósito único que tú con antelación ya has trazado.
Te pedimos que cuides de nosotros como aquel pastor que apacienta a su rebaño y que seamos capaces de tener comunión unos con otros viviendo en armonía.
Te doy gracias porque Tú mantienes tu ojo vigilante sobre mí y puedo escuchar que me dices al oído: Tú eres mío. Yo te cuido y te protejo.
Quiero dirigirme a Ti con una oración fervorosa para que puedas actuar en mi vida como mejor te convenga, adueñándote de todos mis sentimientos y tomando mis pensamientos y decisiones para hacer siempre tu santa voluntad.
Tú que sabes por lo que clama mi alma, apiádate de mí y ven pronto en mi auxilio.
Eres la sombra fresca y frondosa donde me reclino cuando, ya sin fuerzas, te abro mi corazón para contarte todo de mí. No nos dejes jamás porque sin Ti estamos perdidos.
Santa María Milagrosa ruega por nosotros pecadores.
Amén.
Fuente: P. Alexis Gutiérrez