Es Sábado Santo.
En la calle siguen diciendo ‘sábado de gloria’.
El silencio del sepulcro es insoportable para la sociedad del consumo.
Las tinieblas de la oscuridad crean miedos posmodernos y nuevas soledades.
Enciendan más luces públicas que los disipen, exigen los vecinos.
Pero las luces ‘de dentro’ se diluyen en la artificialidad.

Lázaro duerme, nos ha prevenido el Señor, antes de resucitarlo.
Desde Adán hasta el último ‘muertito’ tienen que dormir…
Cada noche, bien o mal dormida, es un ensayo de muerte y de esperanza.
Ni el sueño, ni la oscuridad del sepulcro son el hábitat definitivo.
El futuro del hombre es la plenitud de vida y de la vida.
Aquí y allá.
Más allá del sol.
Más allá de la luna y de las estrellas.

¡Es Sábado, segundo día del Triduo Pascual!
El Señor ha sido sepultado y descansa en el sepulcro.
¡Guarden silencio! ¡Cuidado! ¡No griten! ¡Esperen!
Ha bajado a los infiernos, los espacios inferiores antiguos.
También a los ‘infiernos’ posmodernos.
Visita a todos los que han muerto desde la expulsión del paraíso y a los que viven muertos en los nuevos paraísos.

Los huesos secos, el polvo diminuto, las cenizas esparcidas, en unas horas más, volverán a ser noticia, Buena Noticia.
Al tercer día.

Los nuevos miedos, las soledades creadas por los egoísmos, las indiferencias asesinas, en unas horas más recibirán noticias de sanación.
Porque al tercer día resucitó de entre los muertos.

† Sigifredo Noriega

Obispo de/en Zacatecas

Fuente: nuestraedad.com.mx