Reflexiones

** Entierra Tus Quejas.-


Había una madre que siempre se quejaba de que su hijo arruinaba demasiados zapatos. Un par de zapatos apenas le duraba unos meses.

Un día se quejaba con otra madre y le decía:

—No puedo aguantar ya a este muchacho; me hace gastar mucho dinero en zapatos.

—Dale gracias a Dios de que tu hijo arruina zapatos —le respondió la dama.

—Y el tuyo, ¿cuántos destruye al año?

—Mi hijo no puede caminar, es paralítico para toda la vida —le respondió con voz entrecortada.


No vale la pena quejarse a cada momento hasta de las insignificancias de la vida. Recordemos que lo que hablamos se queda grabado en nuestra mente, y de tanto repetirlo llegamos a creer que es verdad. Es así como una mentira adquiere legitimidad en la vida de una quejumbrosa. Entonces comienza a vivir en un mundo catastrófico, fatal e infortunado que ella misma ha fabricado. El nivel de los sollozos aumenta cuando se encuentran con otras gemidoras que disfrutan contando sus desgracias a los demás.


Yo, en cambio, te ofreceré sacrificios y cánticos de gratitud. Cumpliré las promesas que te hice. ¡La salvación viene del Señor! (Jonás 2: 9).

Demos gracias a Dios por tantos beneficios y bendiciones recibidas diariamente.

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