Espíritu Santo, Dios de Amor,
mírame en esta circunstancia difícil
en que se encuentra mi vida
y ten compasión de mí.
Confiadamente acudo a Ti,
pues sé que eres Dios de bondad
y manantial de amor.
Vengo a Ti, pues sé que no hay nada
que no lo pueda lograr
tu misericordia infinita.
Acepto tus insondables designios,
aunque no los comprenda.
Me abrazo a ellos con aquel fervor
y generosidad con que Cristo aceptó
el Misterio del dolor en su vida.
Humildemente te pido,
me des la gracia de superar
esta situación difícil,
en este momento de mi existencia,
y que esta prueba, lejos de separarme de Ti,
me haga experimentar con mayor plenitud
la omnipotencia de tu amor
que limpia, santifica y salva.
Hágase en mí Tu Divina Voluntad…
Amén.