Suele decirse que con la llegada de los primeros nietos uno descubre lo que es el amor verdadero. Es un vínculo que va más allá del legado de la sangre, es la unión entre dos generaciones que dejará una huella emocional permanente, porque no hay nada más satisfactorio que “ser nieto”, y después, “ser abuelo”.
A su vez, con la llegada de esos nuevos miembros a la familia se reformulan las relaciones entre los padres y los hijos: si antes era maravilloso ser madre, ahora la satisfacción se ve incrementada al ser madre de una madre o padre de un padre.
Es una etapa más en nuestro ciclo vital donde todos podemos enriquecernos, limar diferencias y estrechar aún más nuestros lazos. Entre cada abuelo, padre y nieto se conforma una interesante trama generacional en la que cada uno va a tener que definir su posición. Al día de hoy, todos tenemos muy claro que los abuelos son fundamentales en el bienestar de sus nietos,
No hay mejor lugar para descansar y soñar que en el regazo de nuestros abuelos, son nuestras vitaminas, son un envoltorio cargado de años y cabellos de plata que esconden en su interior un niño como nosotros.
La llegada de los nietos y la creación de nuevos vínculos
Entre cada abuelo, padre y nieto se conforma una interesante trama generacional en la que cada uno va a tener que definir su posición. Al día de hoy, todos tenemos muy claro que los abuelos son fundamentales en el bienestar de sus nietos, no obstante, siempre aparece la duda de si también ellos “tienen la obligación de educar”.
Sabemos que en una sociedad todos somos responsables últimos de la educación de las generaciones que vengan, empezando por los propios padres, la escuela e incluso los medios de comunicación. No obstante, los abuelos cumplieron ya su labor de crianza con nosotros, y ahora, con los nietos, merecen sin duda desarrollar un papel más relajado, basado en el cuidado y en ese legado emocional indispensable.
Los abuelos y su figura en la sociedad actual.
En la actualidad, los abuelos se erigen como figuras importantes en la sociedad:
Al día de hoy la esperanza de vida es más elevada, y en la mayoría de hogares, tanto los padres como las madres trabajan, de manera que el cuidado de los nietos recae en los abuelos.
A su vez, se ha demostrado que a mayor nivel de participación de los abuelos en la atención de los niños su bienestar psíquico es mucho más fuerte.
Otro aspecto a tener en cuenta es que la figura de los abuelos es también indispensable en esos hogares con padres divorciados o en desempleo. El apoyo emocional y económico que los padres prestan a sus hijos revierte también de forma positiva en los niños.
Los abuelos se alzan como figuras significativas muy positivas.
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La importancia de los nietos en la vida de los abuelos
A través de sus nietos, los abuelos logran no solo continuidad y trascendencia, sino que, además, dentro de su posición generacional, van a tener que hacer una reformulación de su propia vida.
El envejecimiento normal no debería definirse solo por los logros materiales que una persona logra a lo largo de su vida. El proceso de envejecer con sabiduría es entender que lo más importante son los vínculos creados, dándole valor a esa riqueza emocional que habrá de trascenderles cuando ya no estén.
El mejor legado de los abuelos a sus nietos es la gratitud
Enseñar a los niños a agradecer cada cosa que les rodea puede ser uno de los mejores legados que un abuelo puede ofrecer a su nieto. Algo curioso, que siempre suele echarse en cara a las personas mayores, es que ofrecen demasiados regalos a los niños, demasiado dinero a escondidas y demasiados postres especiales en días comunes.
Los abuelos son sabios, y saben que el mejor legado que pueden ofrecerá a las nuevas generaciones son las huellas emocionales.
Ofrecer gratitud es una forma maravillosa de enseñar qué es el reconocimiento ajeno, es permitir que los niños aprendan a reconocer el valor de las cosas y a ver el mundo con mayor respeto.
La gratitud es también permitir que el mundo no vaya tan rápido, es entender que cada cosa tiene sus pautas, sus ritmos, sus principios, que “el yo quiero esto ahora” no siempre es posible ni recomendable.
Otro aspecto esencial de ser agradecidos es aprender a valorar lo que de verdad es importante en nuestras vidas. Si los niños comprenden esto en edades tempranas, les ayudaremos a crecer en madurez y en sabiduría.
Mi abuelo tiene la sabiduría de un lobo viejo que todo lo conoce, sus arrugas cuentan mil historias y sin embargo, sus ojos son los de un niño que jamás se da por vencido y disfruta siendo mi mejor amigo.
El legado de mi abuelo, un vínculo eterno.
El legado que me dejó mi abuelo no se mide en bienes materiales, ni siquiera en viejos relojes detenidos o en fotografías en blanco y negro.
El auténtico regalo fue el tiempo compartido, los lentos paseos arrastrando hojas secas del colegio a casa, el sabor del chocolate que guardaba en su bolsillo o las horas frente a un mar en verano del que conocía mil historias. Mil relatos que cabalgaban entre la realidad y su inventiva.
Los abuelos son ese vínculo tan intenso entre generaciones encargados de trasmitir valores, de educar desde las emociones, desde la experiencia y una serena complicidad. Son parejas de juego, confidentes y consejeros. El papel de abuelo tiene múltiples facetas básicas en nuestra sociedad.
Si bien el papel del abuelo es también el de educar, su misión no es exactamente la misma que la que deben tener las madres y los padres. Un abuelo, una abuela, ya ha vivido su instante de paternidad, ahora, es momento de ejercer un rol diferente, e incluso de revisar la propia infancia.
Son árboles de vida donde cobijar a las nuevas generaciones.
El abuelo, mi pedestal y reserva de sabiduría
Nunca llegamos a saber si nuestros abuelos pidieron serlo. Los nietos llegamos al mundo esperando ser amados, cuidados y empujados al mundo con confianza y seguridad. Todo niño necesita establecer vínculos firmes con aquellos que les rodean, y si son importantes los padres, no lo son menos los abuelos.
Nosotros, llevamos un poco de su sangre y, de algún modo perpetuamos su legado con nuestra generación, no obstante, aún hay muchos más aspectos que nutren este vínculo y que va más allá de un código genético en común.
Los abuelos pueden parar el tiempo
¿Conocías esta capacidad presente en la mayoría de los abuelos? Cuando volvías del colegio y tu abuelo venía a recogerte, sabías que la tarde iba a vestirse entonces de un modo más distendido, más relajado. Tampoco sabemos si nuestros abuelos habían pedido “retomar” con nosotros su propia infancia, pero, de algún modo, estaban casi condenados a ello.
Compartían nuestros juegos. Al día de hoy son ya bastante hábiles con las tecnologías incluso. Comparten risas y confidencias con sus nietos, establecen instantes con una carga emocional intensa y diferente a la que construyen con sus padres.
Los abuelos casi nunca sancionan, son un poco más permisivos, y además, saben escuchar. Tienen tiempo, y más aún, consiguen que “el tiempo se detenga para sus nietos”.
El rol del abuelo y el rol de la abuela
Este dato resulta curioso a la vez que cierto en la mayoría de los casos. Según diversos estudios de gerontología y psicología familiar, el papel que ejercen los abuelos suele ser diferente del que llevan a cabo nuestras abuelas.
Ellas son pura dedicación, cuidado y atención. Son ellas quienes se preocupan de nuestra alimentación, de nuestro bienestar, ellas quien, en cierto modo, más centradas están en la realidad y en el día a día con tal de ser útiles. Los abuelos, por su parte, proporcionan ese conocimiento del pasadoy un legado personal que trasmitir a los nietos a través de mil historias, de mil relatos que los niños atienden con los ojos despiertos y el corazón encendido.
A los niños les encanta escuchar historias, conocer su origen, ver el mundo desde la mirada sabia del abuelo y la abuela. Es una sabiduría única que se perpetua de generación y generación y que nunca se olvida.
Son aliados en instantes de crisis
El abuelo y la abuela son esos árboles inmensos donde cobijar a toda la familia en instantes de armonía y en épocas de tormenta. Los adolescentes, por ejemplo, suelen encontrar cierta calma al tener ese vínculo con sus abuelos que, a su vez, sirve de mediador con los padres.
Se les critica a menudo a los abuelos por ceder demasiado, por no poder dar nunca una negativa y ser algo partidistas hacia los nietos antes que a los hijos. Los abuelos están en un instante de su vida donde dejan ya a un lado los conflictos y priorizan el valor emocional, y la cercanía de los suyos por encima de todas las cosas.
Mi abuelo no solo era un contador de historias, era un hombre que no soportaba el silencio de una casa vacía o el ruido de un salón donde flotaban las discusiones y las peleas. Mi abuelo era un océano de calma que aportaba brisa serena en los instantes de crisis familiar. Nadie supo nunca como lo hacía, pero gracias a él, obtuve una infancia segura y feliz. Como muchos otros.