Querido hijo:
Eres mi persona favorita del mundo. No es algo que me vas a escuchar decir otra vez. No sólo es injusto para tu papá, pero no va a ser justo para tu nuevo hermanito, una vez que nazca y comience a hablar y a entender.
Tú y sólo tú, fuiste el responsable de abrir inmensamente mi corazón. Tú me enseñaste lo que el incondicional, incontrolable y salvaje amor te hace sentir. Tú lo cambiaste todo. Tú me hiciste mamá.
Y aunque ya no serás mi único hijo, siempre, serás mi primero.
Tú siempre serás el primero que me hizo por primera vez dejar de pensar primero en mí. Eres la primer persona a la que le he dicho “te amo” más de 15 veces en un solo día. Eres el primero a quien he sonado la nariz, al primero que le he limpiado la popó, el primero que me ha hecho desear yo sufrir en lugar de verlo a él sufrir.
Contigo cometí todos los errores de mamá primeriza, te he usado de aprendizaje para hacer un mejor trabajo con tus hermanos, eres mi hermoso conejillo de indias.
Tú. Tú eres mi primer recién nacido, mi primer gateador, mi primer todo. Tú eres el que no me deja de sorprender cada día, tú eres el explorador intrépido que toma mi mano para llevarme hacia el futuro.
Tú estas en mis sueños y en cada deseo que he pedido a las estrellas.
Así que cuando te sientas triste o frustrado porque no puedo ir a jugar contigo porque estoy amamantado a tu hermano o cuando me pidas que te cargue y yo te diga que no, por estar cargándolo a él, o si sientes que contigo soy más dura y con él más amorosa. O cuando me oigas hablar de lo tierno y hermoso que es y tengas celos. Quédate seguro de que hay más que suficiente espacio para los dos en mi corazón, debido al enorme espacio que se expande cada vez más y que tú lograste hacer en mi corazón.
Tú, tú y sólo tú. Siempre serás mi primer amor.