Cierto día un grupo de científicos deciden hablar personalmente con Dios, sobre algunos asuntos que desde hacia años tenían pendientes. Le pidieron una audiencia a la cual Él aceptó muy a pesar suyo.
Los científicos le dijeron: «Dios, verás desde hace años que los hombre podemos hacer nuestros propios milagros, ya tenemos a la tecnología más avanzada y podemos hacer prácticamente lo que queramos. Así que creemos que ya es hora de que te jubiles y nos dejes todo a nosotros solos». Dios muy extrañado por estas palabras respondió: «Pero aún necesitan de mí, sin mí ustedes estarían casi perdidos ¿Quién los ayudaría cuando todo lo demás falle?»
Los científicos rieron sarcásticamente y respondieron: «Bueno, ya nos la hemos arreglado antes y podremos hacerlo de nuevo».
Dios reflexionó un momento y finalmente les dijo: «Muy les propongo que hagamos un concurso, yo contra ustedes, vamos a crear como en los viejos tiempos con Adán, un hombre echo de barro y darle vida, si ustedes lo consiguen me voy para siempre, si no, me quedo ¿Qué opinan?»
Los científicos rieron ante la tremenda facilidad del reto que se les imponía y respondieron confiados: «De acuerdo, como tú quieras».
Entonces se inclinaron y empezaron a recoger tierra, pero Dios los detuvo diciéndoles: «Un momento, no tan rápido». Los científicos se detuvieron y Dios dijo: «Ustedes búsquense su propia tierra».
Ante esta revelación se dieron cuenta que nunca podrían ganar.
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