Señor bondadoso de todos los tiempos. Los rayos del sol se despiden y yo estoy listo para descansar después de todos mis trajines.
Busco la paz y el silencio para poder entrar en Tu presencia y así agradecerte por Tu amor y Tu compañía en este día.
Quiero estar consciente siempre que soy un cristiano necesitado de Tu gracia y que espera, sin desconfianza, que lo que te pide en oración vendrá a su vida en Tu tiempo y a Tu manera, que son siempre perfectos.
Te ofrezco mi corazón, mi inteligencia, mi voluntad y todo mi ser.
Ayúdame a llevar esperanza y alivio a quienes sufren, no sólo de enfermedades del cuerpo, sino también del alma ya sea por medio de una palabra amable, de un gesto de amor, de una visita oportuna.
En este momento de oración quiero pedirte por todos los padres de familia del mundo entero, para que sientan el amor y los cuidados de sus hijos; por esos padres que tienen a sus hijos sufriendo de enfermedades complicadas, para que sientan Tu presencia a su lado y Tu mano poderosa y sanadora manifestándose en la mejoría de sus dolencias.
Yo te entrego a todos los que amo para que seas Tú el que los guarde de todo mal.
¡Que bendición tenerte en mi vida y saber que puedo contar contigo siempre! Abrázame y toma mi mano, no la sueltes, mientras te susurro al oído: yo también quiero ser para Ti un hijo amoroso y dedicado.
Te amo, mi dulce Jesús de Nazareth. Que María Milagrosa nos arrope con su manto de gracia. Amén.
Fuente: P. Alexis Gutiérrez