Señor bondadoso que cuidas de mí. Desde la mañana hasta esta hora que cae la noche, mi corazón se ha mantenido en una contínua alabanza por todo lo que recibo de tu bondad y por las gracias que derramas en mi espíritu que hacen que mi alma permanezca en paz.
Es hora de guardar silencio y ponerme ante tu Santa Presencia y cobijarme dentro de tu corazón.
Es esta intimidad con mi Jesús la que me estremece porque siento tan cercano su amor y sus cuidados que hacen que se disipen mis temores, me ayuda en mis situaciones difíciles y me consuela cuando a veces atravieso por algún desierto emocional.
Solo Tú, mi dulce Señor de Nazareth, tienes la habilidad de hacer que mi voluntad sea el caminar siempre en busca de Ti.
Te digo calladito: eres la razón de mi contento, la razón de vivir en paz y tranquilidad. Quédate conmigo, Rey de Reyes, porque te necesito.
Que la santísima Virgen María Milagrosa nos arrope con su manto en esta noche.
Amén.
Fuente: Padre Alexis Gutiérrez