Señor bueno y rico en Misericordia
quiero alabarte por el día que ya terminó.

Ante tu santa presencia te doy gracias
y quiero alabarte sin cesar
porque nunca te apartas de mí
y puedo sentir tu amor, tu paz y alegría.

Permaneces al lado de tus hijos
que tenemos hambre y sed de Ti
y aun cuando atraviese desiertos en mi vida,
siempre llegas Tú como una fuente de agua cristalina y fresca
y haces florecer las flores más bellas en mi alma.

Es tu corazón misericordioso
el refugio de mi ser imperfecto y necesitado;
no permitas que me olvide en algún momento
todo lo que haces por mí,
de todo lo que me das sin que lo merezca,
de tu fidelidad eterna y leal que siempre me ayuda
cuando en mis peores aflicciones te busco desesperado.

Te digo al oído: ”Acércate a mí,
tan cerca que pueda sentir el perfume de tu alma,
tan cerca que me pueda ver dibujado en tu sagrado corazón”.

Voy a seguir de frente, sin vacilar, sin sentir temor,
con la confianza de que Tú eres mi todo.

No te vayas nunca porque te necesito para seguir viviendo.
Madre Milagrosa del cielo bendíceme antes de dormir.

Amén.

Fuente: Padre Alexis Gutiérrez