Señor de los milagros, eres la luz y fuerza de mi vida. Es hora de vernos cara a cara Tú y yo y preparo mi alma para este encuentro diario que espero con tanta ilusión.
Es ante Tu presencia que me siento Tu hijo con un corazón sencillo, indefenso, con una necesidad inmensa de que me cuides y me enseñes qué es lo bueno y lo correcto en mi trajinar diario para así hacer en todo momento Tu santa voluntad.
Que yo jamás olvide la poderosa capacidad que tienes para actuar de tantas maneras que mi mente no puede ni imaginar y mucho menos sospechar.
Cuando la duda se quiere adueñar de mí por medio de la enfermedad, del desánimo, del abatimiento, de la escasez, de los problemas, tengo presente que nada hay imposible para Ti. Mi confianza está en Ti y Tú continúas dirigiéndome hacia el lugar que es bueno para mí, acompañándome en cada momento con Tu luz brillando en mi vida.
Te susurro al oído: «Cuando duermo, Tú cuidas de mi sueño. Cuando lloro, tu borras las huellas de mis lágrimas”.
Guárdanos con ánimo cubriéndonos con Tu manto. No te vayas porque te necesito.
Que la santísima Virgen María Milagrosa nos arrope con su manto. Amén
Feliz noche!
Fuente: Padre Alexis Gutiérrez