Bendito seas ahora y siempre, mi Señor, mi Dios.
En esta noche, te alabo y te glorifico y mi corazón está unido al Tuyo. Quiero acompañar a María en su dolor. Has entregado tu vida para salvarnos y pagar por nuestros pecados, ¡cuánto Amor! … pues no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Gracias Señor por Tu sacrifico de Amor. No tengo cómo pagarte.
Solo tengo palabras de agradecimiento y mi corazón está roto cuando te veo colgado de la Cruz por mis pecados y por mi maldad. Perdón, Señor, perdón…
Quiero estar siempre cerca de Ti, alabarte, adorarte, llenarme más de Ti, escucharte, abrir más mi vida a Ti, dejarme conducir por tu amor dónde quieras llevarme. Gracias por tu entrega, por haberme amado desde siempre, por tener mi nombre grabado en tu corazón.
Bendito seas, porque escuchas mis palabras, aún cuando mi fe es débil, fortaleces mi espíritu y me muestras Tu rostro. No hay nada que más desee que escuchar Tu voz y poder saciar tu sed de almas.
Mi vida se llena de Tí cuando te descubro, cuándo sé que me sostienes. Llámame a vivir a tu lado, aprendiendo de tu modo de vida y amando a los que me rodean, moldea mi corazón porque quiero alcanzar la plenitud que sólo Tú me puedes dar.
Aquí estoy, queriendo consolar a María, uniéndome en oración con nuestra Madre, ¡cuánto sufre! Mi corazón se desgarra, pero tengo esperanza porque resucitarás glorioso cumpliendo la Voluntad del Padre.
Que en esta noche no piense en mí, sino que mi mirada se pose en tu tumba, la cuál quiero ver vacía pronto, muestra innegable de tu Resurrección.
Señor, sé que estás conmigo, que a pesar de mis traiciones y pecados, me perdonas.
Que tu muerte no haya sido en vano, que mi alma se ilumine con Tu Luz y con Tu Santidad. En esta noche me sostiene la esperanza de volver a verte, el anhelo de ver Tu rostro, Señor.
Amén
Fuente: Padre Alexis Gutiérrez