Señor bueno, ya llega la noche y quiero confesar mis necesidades. Tú me conoces y conoces mi corazón, un corazón capaz de amar y perdonar, sentir, enfermarse y dar vida.

Gracias te doy porque es a través del corazón que diriges mis pensamientos y es también el lugar donde se toman las decisiones profundas, principalmente aquellas con las que logro mejorar mi vida y la de los que están a nuestro alrededor.

Por eso, Señor, en esta noche queremos pedirte que hagas de cada uno de nosotros, un corazón puro, un corazón sabio, un corazón dispuesto a darse sin medida alguna, y en el que sólo al encontrarse contigo, encuentra descanso.

Por eso Señor al ir a descansar de nuestro día, nos sentimos necesitados de tu gracia y de tu luz para saber elegir y decidir siempre el camino de la vida, el camino del bien, con todo lo que implica seguir ese camino y que nos llevará a la felicidad, entendiendo que la felicidad tiene un cúmulo de experiencia que nos hace ser mejores.

Provoca en nosotros Señor la sabiduría que viene del cielo, como la del rey Salomón. Que no deseemos otra cosa más que lo sencillo. Queremos saber elegir bien pues no es decisión fácil, por eso debemos aprender a orar, para escuchar tu voz.

Que María de la medalla Milagrosa nos arrope con su manto y nos conceda un feliz descanso.

Amén.

Fuente: P. Alexis Gutiérrez