Muy buenos días querido Padre celestial.
Hoy salgo a la jornada diaria y quiero levantarme agradeciéndote por todo lo bueno y malo que he vivido.
Oh Señor Dios, con exaltación nuestros corazones van a ti en este día; tu revelación del Espíritu que llena nuestros corazones para permanecer firmes a lo largo de nuestra vida.
Aún hay oscuridad en nuestras vidas. Pecado y muerte mantienen su influencia, sin embargo, aguantamos sin miedo buscando arrepentimiento.
A pesar de todos los fracasos nosotros acudimos a ti porque sabemos que tú eres nuestro Salvador.
Tú nos envías a Jesucristo en tu propia gloria. El mundo se llenará de luz. Por doquier en el mundo, inclusive entre quienes no te conocen, los sinceros de corazón reconocerán que tú, Padre de Cristo Jesús y Padre nuestro, eres Dios del mundo entero.
Tú mostrarás tu gloria a todas las naciones para que vengan a ti, te adoren y caminen en la luz, para la gloria eterna de tu nombre.
Que la Virgen Maria Milagrosa nos arrope con su manto.
Amén.