Señor, consuelo de mi vida. Ya quiero estar en tu presencia y ponerme de rodillas ante Ti para pedirte que me ayudes a encontrar el sendero correcto y así poder caminar con confianza tomado de tu mano.
Hoy especialmente disipa de mi mente cualquier pensamiento que quiera robarme la paz y el gozo que me has regalado.
Que sea tu Santo Espíritu, con su gracia y su poder, el que me mantenga gozoso y victorioso y mi corazón tranquilo porque sólo Tú, mi Jesús de Nazareth, guías mi vida hacia la victoria y la realización.
Quiero que te quedes conmigo, día y noche, porque cuento contigo en todo y para todo.
Hoy quiero decirte como lo hizo Ester: ayúdame, por favor, recuerda que no tengo otro auxilio mas que el tuyo, Señor, y Tú lo conoces todo. Teniendo tu auxilio, lo tengo todo, y no me preocupo de nada.
Fuera de mi corazón y de mi mente la soledad y el desánimo porque apenas te llamo y clamo por tu ayuda, mis circunstancias empiezan a cambiar.
Abrázame fuerte que yo voy a quedarme cerquita de Ti para poderte dar mis agradecimientos y que revisemos juntos la lista de mis peticiones.
Quiero que no te vayas. Esperemos juntos el amanecer.
Que la Virgen Milagrosa nos arrope con su manto.
Amén.
Fuente: P. Alexis Gutiérrez