Padre eterno, hemos compartido en familia un día maravilloso lleno de bendiciones, risas, largas conversaciones y de entrega de regalos. Te pido, Señor de mi vida, que antes de que el día termine, todas las personas que se encuentran celebrando tu nacimiento en esta casa, podamos entender y reconocer el mayor regalo de todos: tu amado Hijo Jesucristo.
Un auto nuevo sería un regalo impresionante, pero no nos llevará al Cielo. Una tarjeta de regalo de $1000 sería algo increíble, pero eso no nos comprará la entrada al Cielo.
Padre de bondad y de misericordia, haznos entender que Jesús es «el camino, la verdad y la vida.» (Juan 14,6) Te alabo y te doy gracias por el regalo del Niño Dios. Bendice en esta ocasión a mi familia y a los míos con la ternura y la pureza del Amor de Jesús. Bendice estos alimentos que en tu Nombre vamos a consumir.
Te amamos y te damos gracias por todos los milagros de amor que has hecho con cada uno de nosotros. En este momento, te ofrecemos el regalo de un corazón transformado y renovado en tu amor para que sea manso y humilde como el tuyo y que podamos donarnos y servir a los demás como Tú mismo lo has hecho con nosotros.
Amén!