Que duro es mi corazón, Señor, mi barro no se deja moldear por tus manos. Quisiera llegar a este instante de mi vida, con la certeza de que hice lo que debía, que hice lo correcto, lo que necesitaba hacer; sin embargo, me queda la claridad de que muchas veces equivoqué el camino, las palabras, las acciones, los sentimientos y las emociones.
Me equivoco, Señor, si confío más en mí o en los hombres, que en el poder infinito de tu brazo.
Señor de mi vida, guíame, que mis pasos sigan los tuyos y que en todo pueda tener un amor a prueba de todo. En Ti descansa mi ser, en Ti descansan mis palabras y mis pensamientos.
Nadie puede darme lo que Tú me das, nadie tiene palabras de vida eterna como Tú, nadie puede curar mi corazón con tanta ternura, nadie me puede comprender con tanto amor, porque sólo Tú nos amas hasta el extremo.
Bendito seas, Señor, que escuchas la oración de este hijo tuyo que necesita la seguridad de tu amor. Mi Dios en quien confío, el que me libra del lazo del cazador y del azote de la desgracia, nunca pasa tu bondad, nunca acaba tu misericordia.
Quiero que vivas y reines completamente en mí, quiero que tu Espíritu sea mi espíritu, que Tú me animes, que me hagas ver con tus ojos, que me hagas escuchar con tus oídos, que me hagas amar con tu corazón.
Te agradezco infinitamente tu misericordia, tu justicia, tu perdón, tu fidelidad y tu bondad.
Que mi vida esté puesta en tus manos y que todo lo que haga o viva, Señor, sea para hacer tu voluntad.
Déjame dormir en tus brazos, que es donde mejor puedo estar. Que la Virgen María Milagrosa nos arrope con su manto.
Amén
P. Alexis Gutiérrez