Señor dueño de mis sueños. Ya llega la hora de vernos cara a cara, de estar ante Tu presencia magnífica y darte gracias porque nuestras almas necesitan de tu fuerza y nuestros corazones de la confianza en tu amor para que el cansancio no deje huella en ellos y así poder creer y esperar en tu ayuda y tu consuelo.

Inunda mi vida, transfórmame, porque soy barro en tus manos.

Mis sueños tienen la dimensión de los tuyos y vivo alegre porque tu providencia está presente en mis necesidades y angustias.

Permanezco confiado sabiendo que te pertenecen mi pasado, mi presente y mi futuro, y eres capaz de perdonar, purificar y renovar mi ser interior.

Envíame tu auxilio poderoso cada vez que me dirijo a Ti, por el bien de tu nombre, ya que para Ti nada es imposible y eres el único que puede hacer que todo tenga un buen final.

Que por la intercesión de la Inmaculada Virgen María Milagrosa, madre nuestra, podamos alcanzar siempre la misericordia de tu corazón.

Gracias por dejarnos a esa mujer pura y sin mancha como compañera en nuestro caminar. Deja que brille tu luz en todo lo que existe y a mí hoy tenme sujeto de tu mano, acurrucado en tu pecho y cubierto con tu manto para poder descansar tranquilo. ¡Cuento contigo siempre!!

Te amo, mi dulce Jesús de Nazareth.

Amén

Fuente: Padre Alexis Gutiérrez